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El Sudario de Oviedo: En la Biblia se menciona la existencia de otro lienzo utilizado en el entierro de Jesús.
“Pedro llegó detrás, entro en el sepulcro y vio también los lienzos lisos. El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar.” (Juan 20: 6-7).
Los expertos de la Sábana Santa, sostienen la teoría de que “los lienzos” se refieren a la Sábana misma, mientras que “el sudario” se refiere al Sudario de Oviedo.
El Sudario de Oviedo, permanece en la Catedral de Oviedo, en España desde el siglo VIII. Se cree que este pequeño lienzo de lino que mide 83 X 53 cm. (2.75 X 1.75 pies, aproximadamente) con varias manchas de sangre, es el sudario al que se refieren en el Evangelio según San Juan. Se cree que el Sudario de Oviedo es el pedazo de tela que cubrió la cabeza de Jesús.
Tanto la existencia como la presencia del Sudario en España, están documentadas a partir del siglo VII. Antes de esto, existe evidencia histórica que señala la existencia de un Sudario en Jerusalén, en el siglo primero después de Cristo.
Las manchas de sangre del Sudario, así como las de la Sábana Santa, han sido analizadas por medio de pruebas forenses. Las pruebas han revelado que ambas telas cubrieron el mismo rostro en la misma época. Por otro lado, basándose en el patrón de las manchas de sangre, se puede determinar que el Sudario se colocó en la cabeza del hombre mientras éste permanecía en posición vertical, es decir, mientras aún estaba en la cruz.
En 1999, el Centro Español de Sindonología llevó a cabo un estudio que buscaba la relación que había entre ambas telas. Basándose en la historia, la patología forense y la química sanguínea de estas manchas de sangre (ya que el tipo de sangre tanto en las manchas del Sudario, como en las de la Sábana Santa es AB) se encontró que ambos patrones eran exactamente iguales en estos lienzos y se llegó a la conclusión de que las dos telas cubrieron la misma cabeza en dos momentos distintos pero muy cercanos en tiempo.
Error en los resultados de datación del carbono catorce: En 1988, se cortó un pequeño fragmento de tela de una de las esquinas de la Sábana Santa, éste se dividió en varias muestras, cada una del tamaño de un timbre postal. Dichas muestras, le fueron entregadas a tres reconocidos laboratorios, para que realizaran la prueba de datación de carbono 14 y así determinar la edad del Lienzo de Turín. Los resultados de los tres laboratorios aseguraban que la datación de la Sábana Santa estaba entre los años 1260 y 1390. Más tarde, se comprobó que la edad de las muestras no era la misma edad que el resto de la tela de la Sábana Santa tenía. Esto se debía a que durante cientos de años la Síndone, al ser objeto de adoración, era sostenida de las esquinas y esto la desgastó. La solución fue repararla usando un método conocido en la Edad Media como tejido o zurcido invisible y se utilizaban hilos teñidos, comunes en aquella época.
Otros detalles sorprendentes se dieron a conocer a partir del escaneo detallado que se realizó en la Sábana Santa de Turín con las más modernas tecnologías, tales como:
- Marcas de azotes o latigazos en el cuerpo, realizados con un instrumento de tortura romano llamado flagrum (un pequeño látigo con tiras piel o cuero, en cuyas terminaciones había una mancuerna con dos bolas de plomo u otros metales, o bien, pedazos de huesos, los cuales abrían tanto la piel como los músculos).
- Marcas muy profundas de una corona de espinas en la cabeza, tales como las descritas en la Biblia.
- Presencia de pequeñas monedas o leptones acuñados en el tiempo de Jesús, los cuales fueron colocados sobre los ojos (esta era una costumbre en aquella época)
- En la Sábana se han encontrado varios tipos de polen, de los cuales, algunos son de plantas que sólo crecen en la región de Jerusalén. Los otros tipos de polen muestran el recorrido de la Síndone, de Jerusalén a Turín.
- También se encontraron partículas de tierra muy similares a las existentes en el suelo de Jerusalén, así como partículas de piedra caliza travertina (piedra característica en las cuevas que sirven de tumbas en Jerusalén)
- El peculiar estilo en el tejido de la tela de la Sábana Santa data del año I y su origen es del Medio Oriente, ya que se han encontrado telas mortuorias similares que datan de los primeros cien años de nuestra era, lo cual confirma que este es un auténtico lienzo fúnebre judío.
- Los clavos atravesaron las muñecas y no las palmas de las manos, como se pensaba. La creencia popular en la actualidad, así como en la edad media, era que los clavos se colocaban en las palmas de las manos pero el descubrimiento de cuerpos de las victimas de crucifixión encontradas en el área de Jerusalén, mostraron que los clavos atravesaban las muñecas. Por otro lado, los científicos han demostrado que los clavos que atraviesan las palmas de las manos no son capaces de aguantar el peso de un cuerpo.
A pesar de que varios científicos, fotógrafos y pintores han intentado reproducir una imagen similar a la impresa en este lienzo, nadie ha tenido éxito. Si la Sábana Santa fuese falsa, el engaño fue creado por un falsificador que realizó la falsa imagen en algún momento anterior al año 1578. Sin embargo, hasta el día de hoy, no ha habido ningún hombre capaz de reproducir, ni igualar algo que se le parezca al Lienzo de Turín.
Tratemos de imaginar por un momento al falsificador, intentando realizar alguna de las siguientes tareas (las cuales, como ya se ha mencionado, han sido imposibles de realizar a la fecha).
- Obtener un largo pedazo de tela con el mismo tejido propio del Medio Oriente en el año I habría sido imposible. Una tela de esta época no hubiera estado disponible mil años después, ya que este diseño desapareció del Medio Oriente. El falsificador no hubiera podida hacer esto ya que, en aquél entonces, nadie conocía dicho estilo de tejido.
- Hubiera sido muy difícil para el falsificador intentar plasmar en el lienzo la imagen negativa de un cuerpo humano. De alguna manera, este negativo natural tendría que haber sido capaz de contener información digital. Después, el falsificador debería imprimir dicha imagen fotográfica sin sombras (cosa que ninguna cámara ni con el mejor equipo de iluminación, aún en la actualidad, puede lograr) pero con la información digital necesaria que lograra generar las imágenes en tercera dimensión, imágenes que sólo pueden ser leídas por el analizador de la NASA.
- El falsificador debió de haber sido capaz de incluir detalles muy específicos en el cuerpo plasmado en la Sábana Santa. Detalles tales como haber obtenido los patrones de las marcas dejadas por el látigo conocido como flagrum (utilizado por los centuriones Romanos en el siglo I), las espinas de la corona y las monedas o leptones colocadas sobre los ojos de Jesús.
- El falsificador debió haber colocado en el lienzo polen de flores que se encuentran sólo en Jerusalén, Constantinopla y otras áreas (dichas áreas pertenecen a las rutas por las cuales pasó la Sábana Santa en su travesía de Jerusalén a Turín). La presencia de estos tipos de polen no se podían haber encontrado en la Edad Media. Es hasta hoy en día, y gracias a la ayuda de microscopios de gran potencia, que la presencia de dichas partículas fue descubierta.
- El falsificador habría tenido que agregar manchas de sangre en el lienzo falso. Estas manchas debieron haber sido iguales en forma, además tendrían que coincidir con las manchas de sangre del Sudario de Oviedo. En aquella época (Edad Media) nadie en Europa, salvo la región inmediata a Oviedo, España, sabía de la existencia del Sudario. También debió ser un falsificador que utilizara sangre del grupo AB en su Sábana, este grupo sanguíneo es poco común, pero es el mismo tipo de sangre que se encuentra en el Sudario de Oviedo. Cabe destacar que, en la Edad Media, no se conocía el hecho de que había grupos sanguíneos distintos. De hecho, la tecnología de aquella época era tan limitada que no había forma de saber si las manchas de sangre eran de humanos o de animales.
- Además, como un extra, el falsificador debió haber agregado en su Sábana partículas de tierra del área de Jerusalén.
Tomando en cuenta todo lo anterior, es imposible para un falsificador, aún el más inteligente, haber creado o fabricado una “Sábana Santa”. Las instituciones de más alto reconocimiento a nivel mundial cuentan con brillantes y destacados científicos. Ninguno de ellos ha sido capaz de entender o explicar cómo se formó la imagen de la Síndone.
Algunas personas que no creen en la autenticidad del Lienzo de Turín, aseguran que fue el artista medieval Leonardo Da Vinci, quien plasmó la figura en la Sábana Santa. Incluso se han atrevido a llamarla “La Sábana Santa de Da Vinci” en programas del canal Discovery Channel. Estos argumentos se basan en la similitud que encuentran entre la imagen del Lienzo y las pinturas de Leonardo.
Seguramente Da Vinci vio la imagen en la Sábana Santa e, impresionado con el rostro que ahí está plasmado, decidió utilizarlo como modelo en sus obras de arte (ya que se tienen registros de la Sábana Santa antes del nacimiento de Leonardo DA Vinci). Sin embargo, Leonardo no fue el primer artista en utilizar la imagen del hombre de la Sábana Santa como modelo. En el año 544 D.C., la Sábana Santa fue descubierta dentro de un nicho en las murallas de la Ciudad de Edesa. Seis años más tarde, se hizo un icono (que es una pieza de arte o pintura con carácter religioso) en el Monasterio de Santa Catarina, en el Sinaí. Este icono, el Cristo Pantocrátor de Sinaí, está claramente basado en la imagen de la Sábana Santa, como se puede observar en las siguientes fotografías de:
Tomado de un negativo del Síndone o mortaja
La foto que aquí se presenta es una foto real de Jesús de más de 2000 años de antigüedad. Ésta se tomó de una imagen en negativo, formada en su mortaja, mejor conocida como la “Síndone de Turín” o la “Sábana Santa”. La Síndone de Turín o Sábana Santa es un largo lienzo de tela de lino y millones de personas creen que fue la mortaja que envolvió el cuerpo de Jesucristo. Esta tela mide 1.1 metros de ancho y 4.4 metros de largo (3.6 X 14.4 pies). A continuación se muestra la imagen de la Sábana Santa extendida.